Alejandro Mario Fonseca
Ya pasaron más de cinco años, la
escena sucedió en el café del portal de Cholula. Recién había tomado posesión
la administración municipal de J. J. Espinosa. Había expectación, me dije, todo
nuevo gobierno es susceptible de hacer las cosas bien, incluso de impulsar
proyectos creativos, novedosos que beneficien verdaderamente a la ciudadanía.
Me encontré a Arturo Carranco tomando
café, entonces aproveché para exponerle algunas viejas ideas. Él estaba en el
flamante gobierno de J. J. Espinosa en calidad de regidor de hacienda; además
había sido ya presidente municipal y gozaba de prestigio: me dije es un buen
momento.
Así que le propuse platicar sobre dos
viejos proyectos municipales, que estaba yo seguro, y lo sigo estando, serían
de enorme beneficio medioambiental y comunitario: reciclar la basura para que
el municipio pudiera contar con mayores recursos; e impulsar la instalación de
calentadores solares en las casas habitación ofreciéndole facilidades a la
ciudadanía.
Yo creo que no me expliqué bien o que
no tuve el suficiente tiempo para argumentar correctamente mis ideas. El hecho
es que sentí a Arturo muy escéptico y me desanimé. Quedamos de volver a
platicar, pero yo no lo busqué ni él a mí. Me dije, ya veremos más adelante a
ver qué hacen. No han hecho nada ni lo harán.
El futuro ya
nos rebasó
El problema es global y le cuento
esta anécdota local porque ahora que el imperio norteamericano vive una guerra
ideológica entre el pasado y el futuro, es un buen momento para reflexionar,
desde lo local sobre lo poco que estamos haciendo los mexicanos y lo mucho que
nos falta por hacer.
El enfrentamiento entre republicanos
y demócratas no es solamente entre un nacionalismo mal entendido y una incierta
globalización. En el fondo se trata de una guerra entre la turbia propuesta de
recuperar a la “grandiosa” potencia bélica que se impone y domina al mundo; y
el proyecto de modernidad global basado en las energías renovables y en las
nuevas tecnologías de la información y de la comunicación.
Y es que la enorme propuesta de la
Tercera Revolución Industrial (TRI) ya está en curso en Europa y en los Estados
Unidos. Mientras que los mexicanos, enfrascados en un jaloneo en pos de la
democracia y en el combate a la
corrupción, en medio de la violencia y del debilitamiento de las instituciones
de gobierno, no nos hemos dado cuenta. Y no es para menos, ¡vaya que estamos
ante una verdadera encrucijada! Las noticias día con día así lo confirman.
Los 5
pilares de la Tercera Revolución Industrial (TRI)
Los cinco pilares sobre los que ya se
está alzando la TRI son:
1. la transición hacia las
energías renovables;
2. la transformación de los
edificios y viviendas en micro centrales eléctricas que recojan y reaprovechen
las energías renovables;
3. el despliegue de la
tecnología del hidrógeno y de otros sistemas de almacenaje energético;
4. el uso de la tecnología de
internet para transformar la red eléctrica en una interred de energía
compartida; y
5. la transición de la actual
flota de transportes hacia vehículos de motor eléctrico con alimentación de red
y/o con pilas de combustible.
*(Cfr. RifKin, Jeremy; La Tercera Revolución Industrial; Paidós;
2014).
A reserva de abundar en mis próximas
entregas sobre este grandioso proyecto que ya está en curso en Europa, en China
y, aunque a regañadientes, también en Estados Unidos, regreso a la crítica
política desde lo local.
El peor
enemigo de Morena es Morena
Donald Trump ni siquiera entiende de
qué se trata. Representa el capitalismo salvaje, depredador y retrógrado en
crisis. Se trata del típico rico inculto que está acostumbrado a hacer lo que
se le da la gana y ahora quiere reelegirse como presidente.
Trump siempre, miente, no sabe nada,
o las dos cosas. Dice que el calentamiento global es una patraña, evade el
debate, provoca, amenaza. Con él están los petroleros, los fabricantes de
armas, los dueños del sector inmobiliario, el gran capital financiero y una
amplia franja de la clase media ignorante.
Sin embargo, muy probablemente se va
a reelegir, su peor enemigo es él mismo: ha cometido muchos errores. Pero no
importa paradójicamente eso lo fortalece. Y con AMLO, aunque no pretenda
reelegirse, está pasando algo muy parecido.
Al parecer el futuro ya nos rebasó.
Con relación a la Tercera Revolución Industrial el presidente y la mayoría de
la nueva élite morenista no van a hacer nada, están más interesados en su nuevo
estatus de poder y en sacarle el mejor provecho hasta donde se pueda.
Hay que apostarles a los gobiernos
locales, municipales. Hay muchas cosas que se pueden hacer. ¿De verdad? Ya no
estoy tan convencido. Cuándo Arriaga era candidato hablamos con él sobre los
problemas ambientales que afectan a la comunidad cholulteca. A todo nos dijo
que sí, pero no ha hecho nada, ni lo hará.
De la
obsesión federal a la displicencia local
De Trump ya no es posible esperar
nada nuevo: vive de una retórica fascistoide que le ha dado muy buenos
resultados. ¿Para quién? Para él y sus palurdos que lo siguen ciegamente y para
los empresarios de la contaminación y de la muerte: los petroleros y los pistoleros.
Ojalá y de verdad se reelija para que
la crisis global, que ya está en ciernes, le estalle a él y no a los
demócratas. A ver qué hace, tendrá que retirase con la cola entre las patas. Además a los gringos
ya no les quedaría de otra más que acepar el nuevo paradigma de la TRI.
En cuanto al gobierno de la 4 T de AMLO,
debería de aprovechar el desmantelamiento de PEMEX como un área de oportunidad
para invertir en energías limpias, renovables. Pero no lo va hacer, le gana la
obsesión por las glorias del cardenismo: mira hacia el pasado, no hacia el
futuro.
Del gobierno estatal de Barbosa no
espero nada, su campaña y los pocos días que lleva gobernando muestran
claramente que no va a ser otra cosa más que un mero remedo, chafa y hasta
caricaturesco del gobierno federal.
Por último, ¿qué esperar del gobierno
municipal de Arriaga? Sencillamente nada, ya demostró que carece de imaginación
y de entereza, esa cualidad de la persona que afronta un problema o dificultad
con serenidad y fortaleza. Todas sus promesas de campaña, simplemente ya se le
olvidaron. A nosotros no.
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