Alejandro Mario Fonseca
En marzo del 2016, comenté la grata
noticia de que Don Fernando del Paso, poco antes de su muerte (14/11/18) brilló
en el mundo cultural, al recibir de los reyes de España el Premio Cervantes.
Decía que el máximo galardón de la literatura
escrita en lengua española para Fernando del Paso era inminente, y que ya se
habían tardado; su obra lo ameritaba desde hacía ya largo rato.
Nacido en la Ciudad de México el 1 de
abril de 1935 fue escritor, dibujante, pintor, diplomático y académico. En el
mundo literario se le reconoce especialmente por tres novelas que se consideran
como algunos de las mejores obras de la narrativa mexicana del siglo XX: José Trigo (1966), Palinuro de México (1977) y Noticias
del Imperio (1987).
En 2015 le fue concedido el Premio Cervantes,
mismo que recibió el 23 de abril del 2016 en la Universidad de Alcalá de
Henares. Al recibir el premio Don Fernando aprovechó la oportunidad para
denunciar lo que sucedía en nuestro país: “México cambia para empeorar” dijo.
Al recibir el premio dijo que nuestro
país estaba asolado por extorsiones, secuestros, desapariciones, abusos de
poder, corrupción e impunidad. También dijo que criticar a México en un país
extranjero le daba vergüenza, pero que más vergüenza le daría no hacerlo:
“…pues bien, me trago esa vergüenza y aprovecho este foro internacional para
denunciar a los cuatro vientos la aprobación en el estado de México, de la
bautizada como Ley Atenco”.
No uso drogas, la droga soy yo: Dalí
También dijo que se trataba de una
ley opresora que habilitaba a la policía a apresar e incluso a disparar en
manifestaciones y reuniones públicas a quienes atenten según su criterio,
contra la seguridad, el orden público, la integridad, la vida y los bienes tanto
públicos como de las personas.
No sé si la Ley Atenco ya fue derogada o si sigue en el limbo (esa congeladora, estado o lugar temporal en que se
encuentran las almas). Pero lo que sí sé es que es la antítesis de las políticas
de la 4 T de AMLO y que bueno.
Me acordé del premio Cervantes porque
apareció en las redes de Internet un meme sobre Salvador Dalí en el que se
aprecian varias de sus magníficas pinturas surrealistas y uno de sus desplantes
más famosos: No uso drogas, yo soy la
droga.
El meme también me hizo recordar uno de mis grandes tesoros, una
edición de lujo de Don Quijote de la
Mancha. Editado por Planeta, que cuenta con una introducción de Martín De
Riquer y con ilustraciones de Salvador Dalí; Barcelona; 2004.
Según De Riquer se trata de una de
las ediciones más conservadoras en la que se aceptan las lecturas originales de
1605 y 1615, que en la mayoría de las
ediciones aparecen enmendadas con desaciertos. Pero lo que a mí más me gusta
son los dibujos y las acuarelas de Dalí.
Mucho se ha discutido y escrito sobre
el egocentrismo de Dalí, ¿realmente estaba loco? ¿Era un simulador? ¿Qué era toda esa
megalomanía y arrogancia, las excentricidades y extravagancias, por no hablar
de las traiciones del divino Dalí?
Yo creo que simplemente era un
fanfarrón muy inteligente y sabio, que sabía convertirse en el centro de
atención de todos. Pero con relación a la obra de Cervantes, está claro que el
pintor surrealista no dudó en colaborar y realzar el proyecto editorial de De
Riker.
Para egos,
el de Borges
Otro caso parecido al de Dalí, es el
de Jorge Luis Borges. Como buen argentino también era pesadísimo, arrogante y
demás. Se trata de un escritor que siempre me ha gustado.
Sin duda porque sus obras, en especial sus cuentos, me fascinan, no así sus versos.
No fueron pocos los
comentaristas que lo entrevistaron y que descubrieron un Borges racista, ignorante de lo
que hablaba, y profundamente clasista. Muy cercano a lo que se podría esperar
de un miembro del Ku Kux Klan como Donald Trump: Borges resultaría algo así
como un porro ilustrado.
Pero lo que quiero destacar, es el
gusto de Borges por Don Quijote de la
Mancha. "… es la única novela que le gustaba a Borges. Como
género prefería el cuento". Lo dice María Kodama, viuda del escritor: "No
le gustaban las novelas", explica Kodama. "Decía que les faltaba
tensión, que al contrario que en los cuentos, siempre terminaban apareciendo
cosas de relleno, tazas, muebles, sombreros de señora".
"Siempre pienso que una de las cosas
felices que me han ocurrido en la vida es haber conocido a Don Quijote", reza, en efecto, la frase final de una
conferencia en la que Borges afirma que el hidalgo manchego es uno de estos
"personajes de ficción que cobran vida en una sola frase". (Cfr. La única novela que le gustaba a Borges; Javier Rodríguez; El País; 1/10/2011).
Pero dejemos en paz a los iluminados
arrogantes Dalí y Borges y pasemos a la crítica política tomando como pretexto
la apasionante y difícil novela (que muy bien puede ser una serie de cuentos o
aventuras) y centrémonos en uno de sus capítulos: el XXVII de la Segunda Parte:
La aventura del rebuzno.
No
rebuznaron en balde el uno ni el otro alcalde
Léalo y compruebe que es sin duda una
de las aventuras más jocosas y críticas del caballero andante, en la que
Cervantes nos pinta un cuadro costumbrista del ambiente político en el orden
municipal que se vivía en España a principios del siglo XVII.
Y sorpréndase querido lector, es asombroso
el parecido que guarda con la situación que estamos viviendo en México en estos
tiempos de la 4 T del Presidente Andrés Manuel López Obrador.
En definitiva, a la mayoría de
nuestros alcaldes le está quedando grande la 4 T de AMLO; y también a no pocos
gobernadores. Y es que los problemas de fondo los vivimos en carne propia en el
orden municipal, donde todo sigue igual.
No es mi intención la de denostar
constantemente a nuestras autoridades, sino la de sacudir un poco sus
consciencias, para que se pongan las pilas y a la altura del gran proyecto
transformador de nuestro Presidente AMLO.
La metáfora cervantina del burro se
presta para este respetuoso sacudimiento: El burro es un mamífero équido
doméstico más pequeño que el caballo, que por desgracia está en extinción; por
ser muy resistente se le usa en especial para el trabajo duro del campo y para
la carga.
Y sí, en el buen sentido nos urgen
gobernadores y alcaldes trabajadores y resistentes, que salgan de su nicho de
confort, como los burros; pero también con arrojo, determinación e imaginación,
para que se engranen a la gran tarea de la revolución pacífica que tanto urge
en nuestro país. ¿Usted qué opina?
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