Alejandro Mario Fonseca
Probablemente una de las lecciones más acuciantes que nos
está dejando este 2020, año terrible de la pandemia y del encierro, sea la de
la urgencia de corregir los hábitos perniciosos a los que la modernidad mal
entendida nos ha acostumbrado.
Y digo acuciante, porque la necesidad de corregir nuestras rutinas, todo aquello que
hacemos de manera cotidiana, incluso automática, se está manifestando con
fuerza, con viveza y pasión.
La frase "el país tiene acuciantes problemas debido a la
mala alimentación" es contundente; y si explicamos el porqué, lo es
todavía más. Y es que la pandemia de corona virus nos está estimulando para
corregir nuestra manera de vivir.
Sé que los buenos hábitos se adquieren a través del ejemplo
de nuestros padres y maestros desde la tierna infancia, en la familia y en la
escuela; y que los manuales y los tratados no son la solución. Pero no está de
más insistir por escrito, no faltará quien lea esto y se motive.
Quizá algunos lectores recapaciten sobre lo que debemos hacer
para corregirnos, sobre alternativas al modo de vida al que estamos
acostumbrados; y de ese modo, al menos logren darse cuenta del camino que aún
nos falta por recorrer para llegar a ello.
Decirlo por escrito nunca está de más y mi tarea como
comentarista, aunque modesta e insuficiente, no por ello es menos necesaria.
Somos animales de costumbres, todos tenemos hábitos buenos o malos, con los
años nos hacemos adictos a ellos y salirnos de la rutina nos provoca estrés;
las rutinas de cierta manera nos proporcionan cierto confort, incluso la
sensación de seguridad.
Dialogar
Sí, cambiar de hábitos es muy difícil, por eso es que se
vuelve tan importante aprender a dialogar, el diálogo es una
manera de comunicación verbal o escrita en la que se comunican dos o más
personas en un intercambio de información, alternándose el papel
de emisor y receptor.
Un diálogo puede consistir desde una amigable conversación,
pasando por una acalorada discusión, hasta el empleo en géneros literarios como
la novela, el cuento, la fábula, el teatro o
la poesía.
En una obra literaria, un buen diálogo permite definir el
carácter de los personajes: la palabra revela intenciones y estados de ánimo,
en definitiva, lo que no se puede ver, por consiguiente en ello radica su
importancia.
Así que escribir y leer son modalidades que exigen un gran esfuerzo de creación, ya que nos
obligan a penetrar en el pensamiento del personaje; tal es el caso
de Edipo rey de Sófocles, por citar tan sólo un ejemplo.
Y el ejemplo me da pie para distinguir entre tres tipos
diferenciados de diálogo que nos vienen de la antigüedad grecolatina: el
platónico que tiene como objetivo hallar la verdad, con miras a un tema
primordialmente filosófico.
El ciceroniano que posee un marco paisajístico bien constituido,
con una temática política, judicial o retórica; en él que tienen cabida largas
argumentaciones. Y el tercero que es el lucianesco, así llamado por su creador Luciano
de Samósata, en el que predominan la intención satírica, la ironía y el humor,
y por eso el tema puede ser muy variado, incluso fantástico: y es el que muchos
utilizamos en los artículos periodísticos.
Cambiar de hábitos
Saber dialogar, convencer y educar,… es la clave para llevar
a buen puerto la enorme y acuciante tarea de cambiar de hábitos, que tanto nos
urge, no sólo a los mexicanos, sino a todos los seres humanos, para sortear
exitosamente, digamos ya no ésta pandemia, sino las próximas.
Y me da mucho gusto lo que observé en el diario Reforma de éste domingo (9/8/2020) en
su sección Vida: Tras el Covid-19… cambio
de hábitos. ¿Por qué? Porque sutilmente le están dando la razón a nuestras
autoridades sanitarias.
Aun cuando sus colaboradores y entrevistados siguen
denostando al gobierno de la 4 T de AMLO, ya empiezan a aceptar que todo está muy fragmentado, enfocado nada más
a las elecciones del 2021, y todo mundo jalando agua para su molino.
Y sí, siguen insistiendo en que no hay la suficiente
coordinación básica ni liderazgo del gobierno para combatir el virus
conjuntamente.
Lea usted la entrevista a Francisco González, que le hace
Isabel Sánchez en el mismo diario Reforma,
en resumen dice:
“Las cifras tan malas
en México tienen que ver con la respuesta inicial del Gobierno del Presidente
AMLO, por qué él es quien, como líder, como jefe del Ejecutivo, tenía que haber
marcado la pauta, una pauta de extrema seriedad y liderazgo efectivo”. Sin
embargo, ya en la sección Vida del
mismo diario, como le decía, dialogan y sin aceptarlo abiertamente le dan la
razón a los contundentes argumentos de los funcionarios de la Secretaría de
Salud.
Un viraje positivo
Así, en el mismo Reforma
dominical, Mariana Montes nos ofrece un excelente cuadro pedagógico que se
llama Un viraje positivo. Tras la
pregunta ¿cómo lograr cambios saludables? Responde: es cuestión de forjar hábitos.
Para lo cual las nutriólogas Grace Ibarra y Andrea Fraga,
resumen en seis consejos para empezar:
1.
Tener
horarios de comida que se acomoden a las rutinas diarias y estilo de vida. Esto
ayuda a que los antojos empiecen a disminuir.
2.
Una
Alimentación balanceada, con frutas, verduras, grasas buenas y proteínas, ya
sean vegetales o animales. También incluir carbohidratos integrales.
3.
Es
fundamental la actividad física constante. La sugerencia es 40 minutos diarios
de ejercicio.
4.
Seleccionar
ingredientes naturales para preparar las comidas en vez de productos
industrializados.
5.
Dormir
plenamente. Está comprobado que el mal sueño se relaciona con un impacto en el
estado de salud en general y en el aumento de peso.
6.
Crear
un ambiente saludable en casa, con una despensa rica y balanceada que facilite
las buenas elecciones diarias.
Finalmente, no puedo dejar de comentar que espero
sinceramente tener razón y que ya se esté dando un cambio de actitud de los
medios de comunicación que han aprovechado la pandemia y la antesala electoral para
la crítica demoledora contra la 4 T de AMLO.