Marihuana legal ¿Qué sigue?Alejandro Mario Fonseca
Hace exactamente 5 años, el 8 de noviembre de 2015, inició un
debate nacional sobre la legalización del consumo de marihuana.
En ese entonces hablar de legalizar drogas, en México, todavía era
muy delicado.
Escribí un par de artículos en los que quise contribuir, no nada más
a la despenalización de esa droga, sino al inicio de lo que debería
ser una política pública seria sobe el combate al narcotráfico.
Pero el debate debería ser mucho más amplio, porque los seres
humanos, y aquí estoy hablando globalmente, consumimos muchas
cosas que nos hacen daño y para remediarlo, consumimos muchas
otras que nos rematan.
A ver a ver, ¿cómo está eso? Pues sí, esa es la verdad de fondo. La
vida “moderna”, el industrialismo, nos esta intoxicando. Sin darnos
cuenta cabalmente, consumimos chatarra, basura, azúcares, grasas
y demás porquerías que poco a poco nos enferman. ¿Qué no? Ahí
están las estadísticas de las víctimas por la pandemia de covid-19.
El problema es mucho más profundo de lo que parece. Por fortuna
algunos ya se dieron cuenta y están empezando a combatir el
consumo desenfrenado de comida industrializada. Pero ese es otro
tema que he tratado ya con anterioridad.
Centrémonos en el debate sobre la marihuana. El debate es sano,
muy sano. Yo creo que es uno de los aspectos de nuestra triste
democracia que vale la pena rescatar. Hoy podemos decir
públicamente cosas que antes eran un verdadero tabú.
¿Una juventud condenada?
Por ejemplo, estar de acuerdo en que se legalice el consumo de la
marihuana. Y es que con los tabúes, al ser prohibiciones “sagradas”
ligadas a las religiones, nadie se quiere meter: puede caer sobre
uno algún tipo de maldición.
La falta de información y sobre todo el chisme, son muy peligrosos;
y casi siempre la ignorancia y el fanatismo conducen a la violencia.
Y para no caer en la peor de las maldiciones, o sea la violencia física
o verbal, pues debatamos abiertamente el tema.
Si, está bien, sin embargo hay que establecer algunas reglas para
que el debate sea sano y sobre todo constructivo. La primera es
que hay que decir siempre la verdad. Y para decir la verdad, hay
que informarse, estudiar un poquito sobre el tema, si no mejor ni
meterse.
Debatir de oídas, a base de chismes no sirve de nada. La segunda
regla es que esa verdad que vas a defender en el debate, sea útil. Si
no, mejor ni la digas. Y la tercera es que hay que decirla de buen
modo, respetuosamente, con argumentos, sin groserías.
Y en el tema del consumo de drogas, la gran verdad, que todavía
muy pocos nos atrevemos a defender, es que en nuestro país, con
el neoliberalismo, el PRI gobierno (incluidos sus invitados
ocasionales del PAN y del PRD) cambió su política de fomento al
empleo por la del fomento al consumo de drogas.
Y es que hoy nuestra juventud, a pesar de los esfuerzos de la 4 T de
AMLO, ya no encuentra trabajo fácilmente, pero que tal el alcohol
y la marihuana, por hablar de las drogas baratas y por lo tanto
populares.
Y no, defender la legalización del consumo de la marihuana, no
significa promoverla, ni necesariamente significa que yo la
consuma.
Controlar el consumo
Es más, quiero ser de los primeros en advertir de las serias
consecuencias sobre los daños a la salud que provoca. Es cosa de
investigar, de informarse un poquito.
Aunque el riesgo de adicción a la marihuana es menor que la del
alcohol, la marihuana induce muerte neuronal, y esto es
proporcional a la concentración y el tiempo de exposición. Además,
disminuye la memoria, el aprendizaje y la atención; interfiere
también en el proceso para atender señales de emergencia por
parte de la corteza cerebral, y esto es un fenómeno irreversible.
Usted, amable lector, puede conseguir bastante información seria,
científica, sobre el tema. Le recomiendo los trabajos que han
realizando en el Laboratorio de Neurobiología del Instituto Nacional
de Psiquiatría.
Por otro lado, la legalización del consumo de marihuana es un claro
ejemplo de que el Derecho puede ser factor de evolución social. La
legalidad puede engendrar efectividad: el hipotético prestigio del
Derecho y la comodidad, el mimetismo y la rutina operan a favor
del cumplimiento del Derecho.
Pero lo más importante, es que legalizar ciertas prácticas
perniciosas y peligrosas, como el consumo de drogas, permitirá
para la sociedad mexicana en su conjunto, sino su erradicación, por
lo menos su control. Y esto último es lo que menos quieren los
capos del narcotráfico y los malos políticos involucrados.
La marihuana es una droga “suave” y es popular. Es barata y
levemente adictiva. Pero también es la puerta de entrada al
consumo de las drogas duras, más peligrosas, caras y sumamente
adictivas. Por ello es que el tema no es tan sencillo.
¿Qué sigue?
En México la marihuana llegó en los años 60. Muy pronto se
convirtió en la droga más popular en nuestro país. No tengo a la
mano estadísticas actualizadas de su consumo, pero no debe ser
muy alto (tal vez de un 15 %) comparado con los Estados Unidos.
Su legalización no tiene porqué escandalizarnos, se trata de una
buena noticia. Los adictos no son delincuentes, son en todo caso
enfermos. Así que atender a los consumidores es la solución.
Si, el camino de la legalización ya empezó, lo que sigue es su
regulación y la atención a los adictos compulsivos. Lo deseable sería
que desde los centros de salud, desde los DIF municipales y
delegacionales se desplegara una campaña paralela de orientación
y atención para la juventud.
¡Enhorabuena! Al parecer el combate al narcotráfico en serio ya
empezó. Pero ¿qué hacer? Ya más en lo específico lo deseable es
que las autoridades de la 4 T de AMLO ofrecieran a los
consumidores y a los distribuidores hormiga (la tropa que trabaja
para los narcos de alto nivel y que está en el negocio por
necesidad), alternativas de reivindicación.
La reivindicación es el proceso en el que se reclama un bien u
objeto a una persona, del cual ha sido privado. Nuestra sociedad,
especialmente un sector importante de nuestra juventud, ha sido
despojada de una vida saludable, productiva y feliz.
Con la legalización de la marihuana no se resuelve nada, lo que
sigue es lo importante: implementar políticas públicas de rescate a
todos los involucrados, enfermos y pequeños distribuidores.
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