Alejandro Mario Fonseca
Un príncipe tiene que ser tan prudente que sepa evitar la infamia de aquellos vicios que le arrebatarían el Estado y guardarse, si le es posible, de aquellos que no se lo quiten; pero si no fuera así que incurra en ellos con pocos miramientos. (Maquiavelo).
La guerra sucia contra el Presidente continúa. Lo siguen atacando con todo y él los provoca abiertamente. Hace tres años, cuando ya era inminente su triunfo, “los conservadores” pintaban a AMLO como un “viejo decrépito”; y llegaban al grado de manipular lo más sagrado de nuestra cultura popular, a la Virgen de Guadalupe, para atacarlo.
¿Qué no? Por favor amable lector vea el video que publicó en aquel entonces el poblano Javier Lozano, en donde ofendía a los adultos mayores. En dicho video aparecía una joven que intentaba decirle a su padre que ya no estaba en condiciones para manejar debido a su edad avanzada.
“¿Dónde se pone la llave?”, preguntaba el hombre, a lo que su hija le respondía “pa’ este carro ya no usa llaves”. Cabe resaltar que en el video el personaje masculino intentaba asemejar la voz y vestimenta de AMLO; claramente el material intentaba cuestionar su edad avanzada.
Me acuerdo muy bien que el video generó miles de reacciones por parte de los internautas, por lo que Javier Lozano lo borró y luego envió una disculpa para quienes se sintieron ofendidos por el spot difundido.
La guerra sucia la provoca AMLO
Ya habíamos visto propaganda en la que presentaban a AMLO enfermo, gravemente enfermo, atendido por varios médicos especialistas, y después vino lo de su “decrépita vejez”.
Pero lo más grave vendría el 19 de mayo de 1918, día en que se distribuyeron volantes apócrifos para golpear al Movimiento Regeneración Nacional (MORENA), a la par de que se subieron también en las redes sociales de Internet:
“La Iglesia católica es parte de la mafia del poder”, decía en letras grandes la propaganda atribuida a MORENA. “No permitamos la manipulación que hace la Iglesia Católica a través del fanatismo y la utilización de diversos símbolos como el cuento de la Virgen de Guadalupe. Por una auténtica libertad religiosa e iglesias al servicio del estado”, continúa el mensaje.
A partir de la difusión, voces de Morena, incluido López Obrador, salieron a desmentir que se tratara de sus ideas.
“Nosotros somos respetuosos y veneramos a la Virgen de Guadalupe y a Benito Juárez”, dijo el tabasqueño desde un mitin en Ciudad Guzmán, Jalisco.
“Yo estoy muy consciente de que el pueblo de México tiene veneración por la Virgen de Guadalupe, como tiene veneración por Juárez, como tenemos los mexicanos veneración por las madres, como tenemos también los mexicanos mucha veneración por nuestra Patria”.
“Entonces, no vamos nunca a ofender las libertades del pueblo. Nosotros estamos luchando para construir una auténtica democracia, no para hacer una dictadura; esto es parte de una campaña sucia, negra, vil, para desprestigiar al movimiento”, advirtió.
Paradójicamente la guerra sucia le redituaba indignación popular y muchos votos, por eso es que desde entonces en las conferencias mañaneras, el ya Presidente AMLO la provoca abiertamente.
¿Qué es la prudencia?
Y si, es lógico pensar que los responsables de las campañas del PRI o del PAN, o de los dos, ya desesperados por la contundencia de las encuestas, que le daban una amplia ventaja a AMLO, estaban cayendo en el error de tocar las fibras más profundas de la religiosidad del pueblo de México.
Por lo pronto, amable lector, lo que quiero compartir es una reflexión sobre la decadencia de la clase política que nos gobernaba. Habían entrado en pánico, estaban aterrados porque todo indicaba que perderían sus enormes ingresos y canonjías: perdieron también la más mínima prudencia.
La prudencia es una virtud de los antiguos casi olvidada en nuestros días. Esto se debe a la especialización de las ciencias modernas, pero sobre todo a las tecnologías de la comunicación que han traído consigo un espejismo de confianza exagerada.
La prudencia debería ser la virtud esencial del quehacer político moderno. Es sinónimo de cautela, de previsión, e incluso de planeación: en suma, es responsabilidad. La prudencia no reina (la justicia y el amor tienen más valor), pero gobierna. ¿Qué sería de un reino sin gobierno?
No basta con amar la justicia para ser justo. Ni amar la paz para ser pacífico: además es necesario que haya una buena deliberación, una buena decisión, una buena acción. La prudencia decide y la valentía se ocupa de llevarlo a cabo.
Los estoicos, que se caracterizaron por su materialismo, su teodicea y por su rechazo a las pasiones y los deseos, consideraban la prudencia como la ciencia de las cosas que deben hacerse y de las que no deben hacerse.
Después vendría Epicuro, para quien la prudencia era una ciencia para la toma de decisiones a través de la comparación y el examen de las ventajas y desventajas. Para él la prudencia decidía qué deseos conviene satisfacer, y con qué medios, y remataba: es más valiosa que la propia filosofía y de ella provienen todas las demás virtudes.
Presidente provocador
La concentración de poder en el presidencialismo mexicano significa una gran responsabilidad. Y ante la debacle y el cambio de gobierno, conviene exigirle a AMLO que se mantenga en la estrategia política que había mostrado en campaña: la de la prudencia.
Y es que la prudencia, como vienen demostrando los políticos europeos y los demócratas estadounidenses, es la más moderna de las virtudes occidentales. O mejor dicho es la virtud que la modernidad hace más necesaria.
No sé cuál vaya a ser el desenlace en las próximas elecciones del 6 de junio, pero lo que sí sé es que el Presidente AMLO está abusando del micrófono en las mañaneras: la combinación de la imprudencia con el chapulinato le puede resultar contraproducente.
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