Cada 7 de julio se conmemora el Día Mundial del Cacao y el Chocolate, una fecha proclamada por la Organización Internacional de Productores de Cacao y la Academia Francesa de los Maestros Chocolateros y Confiteros en 2010.
México es un país chocolatero. Su base —el cacao— es utilizada no solo para hacer pasta de cacao y chocolate, sino también en nuestra cocina tradicional. El mole —en particular el rojo, dulce, oaxaqueño o poblano— es uno de los platillos que mejor representa a la gastronomía mexicana y esta semilla es parte de sus ingredientes.
Este cultivo, originario de nuestra nación, fue consumido y altamente valorado por los pueblos mesoamericanos. La civilización olmeca fue la primera en prepararlo como una bebida, al mezclarlo con agua, especias, hierbas y guindillas.
Con el tiempo, su consumo se extendió a las civilizaciones maya (600 a. C.) y mexica o azteca (hacia 1400 d. C.). Se volvió tan popular que su semilla se utilizó como unidad monetaria y de medida. Además, tenía un profundo valor simbólico: se consideraba uno de los dones originarios entregados por los dioses a la humanidad.
¿Sabes cómo llaman al cacao algunos pueblos originarios?
Kakaw (maya)
Cacáhuatl (náhuatl)
Si´va (mixteco)
Chudenchú (otomí)
Biziáa (zapoteco)
Este legado ancestral ha perdurado a lo largo de los siglos. Hoy, el cacao sigue siendo motivo de orgullo nacional.
Actualmente, los estados de Tabasco, Chiapas y Guerrero son los principales guardianes de esta tradición. México es el décimo cuarto productor mundial de cacao, al alcanzar una producción de 29 mil 047 toneladas en 2023. Además, el cacao Grijalva es uno de los grandes tesoros del país, reconocido con denominación de origen por su calidad y singularidad.
Desde la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, y a través de las Escuelas de Campo, se impulsan prácticas sustentables y agroecológicas para la producción de cacao y, de esta manera, cuidar el medio ambiente y la salud humana.
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