Ya lo dice el maestro Francisco González Hermosillo “el rasgo histórico y
sustancial que ha caracterizado la presencia de diversos pueblos indígenas
originarios asentados en grandes y vastos territorios como es el caso del valle del
alto Atoyac mejor conocido como Puebla-Tlaxcala, que desde tiempos
inmemoriales grandes ciudades prehispánicas preservaron su grandeza cultural
durante largos periodos hasta la reciente llegada de grupos de españoles y otras
castas. Grandes sociedades indígenas desde sus distintas vertientes culturales
pasaron a lo largo de un siglo a formar un nuevo mosaico de manifestaciones y
prácticas cotidianas de nuevas sociedades conformadas por la organización de
nuevas estructuras humanas, lo que los cronistas llamaron historia de la Colonia”,
o mejor dicho: de las nuevas colonias, definición que reemplazo el uso de
sociedades indígenas anteriores. En su análisis sobre los estudios en torno a las
sociedades indígenas del centro de lo que hoy es México, González Hermosillo
junto a otros investigadores y maestros, manifiestan la importancia de resaltar el
origen y la riqueza cultural de las grandes civilizaciones que conforman los
territorios americanos, y el impacto que vivieron y tuvieron que adoptar ante la
noticia del desembarco de viajeros y personas en busca del descubrimiento de
nuevos territorios, al que denominaron “el Nuevo Mundo”, es una muestra y
resultado de luchas y conquistas que se han dado a lo largo de la historia mucho
antes de nuestra era.
El proceso de mestizaje y de migraciones de los pueblos de América y de
territorios aledaños, es continuo hasta hoy en día. La historia sigue marcando y
registrando migraciones, conquistas y luchas por el territorio ancestral no
reconocido. En años anteriores el 12 de octubre fue acompañado por una frase
“NADA QUE CELEBRAR”, por lo que los días conmemorativos deben educarnos a
chicos y grandes y llevarnos a reflexionar sobre las luchas actuales, sobre el
respeto a la historia ancestral de los lugares de origen que aun acompañan a los
pueblos indígenas y a las nuevas sociedades que se han unido para preservar y
cuidar el patrimonio cultural y natural.
La disgregación de las sociedades antiguas y las grandes civilizaciones antes de
la llegada de la expedición de Cristóbal Colon y de Hernán Cortes, era inevitable,
los pueblos originarios siempre han tenido luchas y conflictos sociales, políticos,
religiosos y comerciales o económicos, la preservación de un pueblo se deriva de
su permanencia y apropiación de un poder, a través del cual, intenta controlar un
territorio. Pero también es cierto que los grandes pueblos que sucumbieron ante el
encuentro de una nueva civilización heredaron una inmensa riqueza ancestral en
las ciencias, educación, tradiciones y costumbres, justicia y valores humanos;
idiomas y formas de vida que marcan un modelo de vida y entendimiento con el
territorio que se habita y se cuida. Todos los días, en nuestro quehacer diario
busquemos identificarnos con nuestro mestizaje y cuidemos nuestro legado
ancestral.